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Contienda

Contienda —Antes de que el charol de tu zapato se desbrille contra mi lomo otra vez, déjame aclarar que yo sólo quería tomar lo que pensaba que era mío. Que en todas las estaciones existen amigos de distraer lo ajeno, pero ten por bien que te equivocas si piensas que sea yo de esa ralea. ¡Descansa en el suelo eso que tanto te pesa y escúchame por un momento!            »Para que no quede ninguna duda, te cuento que mi nombre es Zaferino y mi madre vino a parirme junto a una cubeta de indigofera. Y como había bien de polvo por el piso y todas partes, me quedé todo añil. Y, pues, como en esa casa ni mi mamá ni sus amos sabían leer, me dejaron Zaferino que les sonaba como a «zafirino», y que habían escuchado alguna vez en el mercado para referirse al azur.           »Mi nombre es Zaferino aunque casi todos por aquí me conocen por «El perro» . Y, así, con ese nombre me dejaron, aunque tú, tras lanzarme con desprecio un pan, me vienes a llamar «chucho sarnoso», y me ordenas con desdén que

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